Un día peleón...por decir algo.

¡Buenas!

Antes de explayarme sobre el tema de hoy, que aún no he decidido, aviso de un gran cambio que he realizado al blog. Ahora todos podéis poner comentarios, críticas o lo que os de la gana, estéis registrados o no en estos lares. Dicho esto, al tema...

Bien, ¡hoy ha sido mi primer día de Karate! Cuando le dije a mi madre que me iba a apuntar su frase fue algo asi: "¿Karate? ... ¿hija no crees que ya das demasiados buenos derechazos como para que encima te enseñen?" XDDDD Pero bueno, me encanta el karate, me lo paso como una enana en las clases, eso si, son matadoras. Menuda caña nos mete el sensei.

La cosa de mis clases empieza con una anécdota. Me iba yo a cambiar, así que entro en los vestuarios femeninos con mi amiga Sara y según entro me choco con un tio. Lo primero que hago es mirar hacia la puerta donde, efectivamente, ponía vestuario femenino. Una vez comprobado este hecho (soy despistada por naturaleza, bien me podría haber equivocado) me quedo mirando al chico que, de inmediato, se pone a soltarme un rollo inmenso sobre que hacía en el vestuario de las chicas. La cuestión es que le estaba echando de nuestro vestuario cuando el hombre, que parecía no querer salir ni a rastras de ahí, me pregunta si me voy a cambiar para mi clase de Aerobic. Le miro y le digo que no, que yo me iba a cambiar para mi clase de Karate. Y se produjo un ¡Milagro! Desapareció en cuestión de segundos del vestuario.

Subiría un par de fotos del entrenamiento pero no se sacarlas del movil. Además asi me libro de que os riais de las pintas que llevaba. Un chandal marrón y dos coletas bajas. Santi casi se muere de la risa cuando me vió y a la tarde me vió alguno mas con ellas e igual. ¡Que mala gente!¬¬*****

Lo malo del karate es que ahora tengo un proyecto de agujetas inmenso, pero gracias al remedio casero de mi padre contra agujetas mañana estaré bien, hasta que llegue el miércoles, día de mi segunda clase.

Pues eso es todo, en proximos capítulos .... "¿Por qué la vida parece un shojo?" , "No soy felina...Miauh!" (este se lo dedicaré al merluzillo y a Sara, principales artífices de que me llamen "gatita") y alguna otra chorrada que se me ocurra.